En todos los mercados, la competencia es un factor de crecimiento y de mejora, y el sector veterinario no es diferente de los demás. La competencia hace que algunos centros se especialicen de forma que ofrecen servicios que una clínica generalista no puede ofrecer, bien por nivel de equipamiento o por nivel de conocimiento, esta especialización permite que más animales puedan tratarse. Al mismo ritmo que crece la competencia en nuestro sector, debería de incrementarse el nivel de colaboración entre los dos tipos de centros, pero vemos que esto no ocurre así.
Con la situación económica que nos ha tocado vivir en los últimos años, muchos centros generalistas a la vista de la disminución de los ingresos han optado, para intentar sanear sus finanzas, por intentar resolver casos que excedían su nivel de competencia. A la vez algunos centros de especialidades no valoran o no gestionan apropiadamente su relación con la clínica remisora. La relación pues entre ambos tipos de centros se ha agudizado.
Si las cosas se hacen bien, el centro de especialidades debería de ser un apoyo para el veterinario generalista, si esto es así percibido, de forma recíproca el generalista continuará apoyando a su vez al centro de referencia.
¿Qué beneficios se derivan de una correcta colaboración entre ambos tipos de centros?:
- El paciente que supera la patología gracias a la intervención de un especialista sigue viviendo durante más tiempo, por lo que seguirá necesitando cuidados que el generalista puede proveer durante el resto de su vida.
- El educar, por parte de los especialistas, a los clientes a pagar por el trabajo de especialidad de un nivel alto de calidad hace que se valore más el trabajo del veterinario en general.
- Al referir, el generalista demuestra ante su cliente que está más preocupado por la salud de la mascota que por el interés económico de su caso.
- El cliente percibe que hay un nivel de cuidados a la mascota superior que redunda en una mejor observación del cumplimiento de los tratamientos.
El principal beneficiario de la buena colaboración, por supuesto, es la mascota que recupera la salud gracias a un excelente manejo de su caso.
No hay que olvidar que también son muchos los clientes que cuando conocen la existencia de un centro especialista, pero que nunca se le mencionó en su clínica habitual, se molestan y algunos terminan por cambiar de veterinario por la desconfianza generada.
Los centros de referencia deben por tanto trabajar con transparencia y demostrar al compañero que le refiere, que el es su cliente, y no el propietario del animal. Que no existe ninguna intención de “apropiarse” de ese cliente en el futuro. Que su centro de referencia es de alguna forma una prolongación de la clínica general pero en otra ubicación. Por lo que todo el personal debe trabajar para mantener correctamente informado en tiempo al clínico remisor, que es quién aporta el cliente, para que tenga conocimiento de los pasos dados en el caso y así poder comunicarse con el propietario del animal con conocimiento del diagnóstico, pronóstico y resultado de la actuación realizada.
En esta profesión poco corporativa y últimamente tan competitiva se deberían sentar las bases de la colaboración entre centros de forma que sea la imagen de la profesión de todos la que se vea beneficiada.
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